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Alcaldía Municipal de Jamundí, Valle del Cauca

Pasado, Presente y Futuro

​Pasado, Presente y Futuro
​Reseña Histórica

Fecha de fundación: 23 de marzo de 1536
Nombre de los fundadores: Juan de Ampudia y Pedro de Añazco

El sueño Municipio Vallecaucano de Jamundí, históricamen­te señalado para ser habitado por una abundante mayoría de la etnia africana, fue registrado por los cronistas de la época, que durante la heroica defensa de la hermosa comarca gober­nada por el valiente y atlético guerrero Cacique Jamundí (y que para orgullo de sus actuales pobladores, se ha levantado en pleno corazón de nuestro Parque Principal, una formidable escultura en su ho­nor, esculpida por el gran artista nariñense Óscar Esteban Martínez) en un fuerte levantado a orillas de nuestro nativo río, por Juan de Ampudia, para defenderse de la feroz arreme­tida del intrépido combatiente cacique Petecuy; la primera san­gre que se derramó en esta batalla fue la del esclavo negro, traído desde el Perú por Pedro de Añasco, quien posterior­mente, cuando atacó a la tribu de los indomables pijaos y mató al hijo de la cacica Gaitana, ésta lo hizo prisionero, le sacó los ojos, lo paseó amarrado por todas las aldeas de su territorio y por último lo ajustició, estacándolo. 

La mayoritaria presencia de la raza afro en Jamundí, desde el tiempo de la Colonia, se dedicó a diferentes motivos: En pri­mer lugar a que muchos de los esclavos que trabajan en la hacienda de Cañas Gordas, limítrofe con Sachamate, dormita­ban en sus predios y su amo, el poderoso y bondadoso don Manuel de Caicedo Tenorio, padre del heroico y valiente már­tir de nuestra independencia, fusilado en Pasto, Alférez Real, les permitía a los más experimentados que laboraban como herreros y vaqueros, que herraban e intercambiaban los caballos de los constantes viajeros entre Popayán y Cali. Otro factor favorable para la concentración de negros en Jamundí, fue la intuitiva idea de don Manuel de establecer en su latifundio una especie de semental humano, escogiendo a los esclavos más sanos, acorpados y ardientes, juntándolos en parejas con negras hermosas y buenas paridoras en corna­das ranchos y una especial alimentación, para que parieran hijos sanos y bien formados que cuando crecían y cumplían los 18 años se los vendía a otros hacendados de la región, no como esclavos, sino como peones a quienes tendrían que pagarles un jornal y tierras para que cultivaran productos de "pan coger", respetando la Ley de la Libertad de Vientres, promulgada en el Congreso de Cúcuta de 1821, liderada va­liente y generosamente por don José Félix de Restrepo y ade­más que los negociaba a precios muy por debajo de los que compraban en el Chocó, traídos de África como "mercancía" de "ébano" y desembarcada en Cartagena para ser distribuida en lo que hoy son Venezuela, Ecuador, Bolivia, el Perú, Centroamérica y las Antillas. Además que sustituyó la esca­sez de mano de obra esclava, cuando los ingleses establecie­ron el bloqueo al tráfico de esclavos negros por el Atlántico, deteniendo a todo barco que lo hiciera, quienes al divisar una goleta británica, arrojaban al fondo del mar, encadenados, a su cruel e inhumano cargamento. 
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También don Manuel les daba un día libre y les proporcionaba un pedazo de tierra para que cultivaran hortalizas que ellos vendían en los mercados de Cali o Jamundí, ahorraban el dine­ro con el que compraban su libertad y la de su familia, además de adquirir tierras a los terratenientes que alcanzaban a sem­brar todos sus inmensos terrenos.

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